viernes, 29 de junio de 2007

VIVIMOS TIEMPOS EXTRAORDINARIOS…


…y tenemos dos posibilidades, ser testigos o ser actores.
Tiempos extraordinarios a todos los niveles y ámbitos. Tanto a nivel mundial como a nivel nacional.
La ciencia hace avances insospechados y la tecnología crea casi un abismo entre generación y generación.
La física cuántica nos plantea la posibilidad cierta de crear “agujeros de gusano”; pequeños tubos que conectan diferentes regiones del espacio-tiempo. Lo cual posibilita, al menos teóricamente, los viajes de un espacio-tiempo a otro espacio-tiempo. Pero yendo aún más allá, nos dice, también, que el pensamiento afecta la realidad, no dice que puede afectar la realidad, sino que efectivamente el pensamiento es una fuerza impulsora que altera la realidad.
Un científico japonés, el Dr. Emoto, comprobó, utilizando un potente microscopio electrónico, que palabras, o mejor dicho, que la intención de las palabras afecta, modifica, la molécula del agua. Pensemos por un momento que el 70% de nuestro cuerpo es agua.
Las religiones, creencias y prácticas espirituales orientales nos han “invadido” y han hecho que el mundo occidental cree un sincretismo espiritual, y lo que hace algunos años olía a magia o brujería, hoy es aceptado en la vida diaria y en los espacios universitarios con naturalidad.
Los cambios ocurridos en el clima, han hecho que crezca la conciencia ecológica porque sus efectos se nos hacen cada día más tangibles en la vida cotidiana, ya no es algo abstracto, lejano y extraño: es algo que comienza afectarnos día a día.
La medicina y la tecnología desarrollan actualmente la nanotecnología, lo cual significa que en menos de diez años podríamos estar usando medicamentos-robots que irán directamente al área del cuerpo afectada o enferma con una precisión y eficacia nunca antes vista. Esto entre otros muchos avances en esta área.
La psicología cognitiva ha descifrado la forma en que el cerebro procesa y organiza la información, lo cual nos hace más eficientes al momento de razonar. Además, sabemos que no existe una inteligencia, sino inteligencias múltiples.
Los celulares, en apenas de 10 años, además de ser casi indispensables, se han convertido en agendas, cámaras fotográficas y filmadoras, equipos de sonido, computadoras de bolsillo y ya está en prueba la nueva función: tarjetas de crédito.
Por otro lado, Latinoamérica vive un despertar de su conciencia social, de su compromiso con sus raíces.
La frase “vivimos tiempos de revolución”, tiene diversos matices en su significación: ¿No hay una revolución en la física? ¿No vivimos una revolución tecnológica? ¿No vivimos una revolución en la tecnología de la información, en la medicina, en la ecología, en lo espiritual? Como contraste, vivimos una revolución en lo social que ha generado una revolución política y que ahora una alimenta a la otra.
Latinoamérica insiste en la búsqueda de la justicia social y querámoslo o no, Venezuela juega un papel protagónico en este proceso.
A pesar de los puntos de vista políticos diametralmente opuestos que medio conviven en el país, no hay duda de que ambos coinciden en que es necesaria una mayor justicia social, estos dos sectores difieren en la forma de llegar a esa justicia social, pero, repito, coinciden en que necesitamos una verdadera justicia social.
La frase “vivimos tiempos de revolución”, no es cierta, porque la verdad es que vivimos tiempos de revoluciones, donde la paradoja “lo único permanente es el cambio” es una verdad del tamaño de una catedral gótica.
Y la velocidad de los cambios es tal, que a veces no nos permite asimilarlos y adaptarnos: y he aquí el meollo del asunto que quiero tocar; ante estos “tiempos de revoluciones” ¿Cuál es papel del docente, cuál es el papel de la escuela, cuál es el papel de la universidad como Alma Mater?
El papel podría ser de testigo o de actor. Podría ser público que ve la obra o podría ser personaje de la obra. Los testigos son cómodos; sentados en la butaca ven pasar los hechos. En cambio, el actor asume un compromiso con la obra.
Pero no es tan fácil, porque los “testigos” también son actores, actores pasivos que de manera conciente o inconciente asumen que todo está bien o que “eso no es problema mío”, “yo vivo mi vida”, “que se maten ellos”, etc.
Pero cuando estamos en el aula, así no lo queramos, no sólo somos actores, sino que somos protagonistas porque tenemos la responsabilidad, la enorme responsabilidad, de formar, de educar al ciudadano del futuro, no del futuro lejano; del futuro casi inmediato, porque las niñas y los niños que hoy están en las aulas dentro de apenas 25 años comenzarán a hacerse cargo del país. Es decir, que en el año 2031, muchos de ellos serán profesionales en ejercicio. Y créanme, eso es pronto.
Ustedes, nosotros, hemos escogido una profesión de compromiso y no voy a decir “de compromiso con tu país” como frase trillada, el compromiso es con nosotros mismos: de un ser humano llamado Jorge con un ser humano llamado Jorge, es un compromiso individual, personal, y es ineludible. Podemos mandar al cipote a cualquiera que nos venga a reclamar “equis” o “ye”, pero no nos podemos mandar al cipote a nosotros mismos, al menos no por mucho tiempo, porque la conciencia nos lo estará recordando.
¿Cuál es el compromiso?: Cada quien debe buscar el suyo y ese el primer compromiso, de lo contrario, estarán vagando por el mundo sin saber a qué vinieron. Puede ser un compromiso con el colectivo: político, social, ecológico; y también puede ser íntimo: espiritual. Si lo encontramos seremos mejores seres humanos y, por lo tanto, mejores docentes.
En todo caso, recuerden que como docentes tienen un gran privilegio: tienen la profesión que puede afectar directamente la vida, para bien o para mal, de muchos seres humanos en su momento más vulnerable: la niñez.
Pueden ser recordados por sus alumnos con amor… o con odio… o no ser recordados. No sean sólo profesores de sus alumnos, sean amigos, combinen sabiamente el amor y la disciplina. Siempre recuerdo estas sabias palabras que alguna vez leí no recuerdo dónde: “Es tan dañino el amor sin disciplina, como la disciplina sin amor”
El mejor pago que tenemos los docentes es cuando nos encontramos con los alumnos y sentimos su cariño y respeto, no hay nada, absolutamente nada que supere eso.
Los docentes no nos graduamos en el aula de la universidad, sino el aula de las escuelas y el verdadero diploma nos lo dan los alumnos.
Para poder recibir ese diploma deben mantenerse al día, cada vez que tenga la oportunidad, actualícense. Los docentes, al igual que la escuela, no podemos quedarnos en la retaguardia de los cambios y de las revoluciones, de manera tal que el abismo que crea el avance de la ciencia y la tecnología no se note, y puedan comunicarse con sus alumnos de tú a tú.
Y esta idea es interesante. Es cierto que la preparación, la formación y la experiencia de vida hacen que tengamos más conocimientos que nuestros alumnos. Pero es indudable que ante el cúmulo de información que se maneja diariamente los niños tienen la posibilidad y la facilidad de superarnos ampliamente en las áreas de su interés.
Y, además, mientras el mundo avanza rápidamente, la escuela, como institución, se resiste. Pero la escuela, la universidad, somos nosotros, así que todo dependerá de ustedes mismos, no esperen que los cambios lleguen a ustedes, sean ustedes los propulsores del cambio, de lo contrario los niños, los sobrepasarán y los verán como dinosaurios.
El principal instrumento de comunicación del ser humano es el lenguaje, la palabra. Interactúen con sus alumnos y aprendan de ellos las palabras que usan, me refiero a los modismos, el argot; palabras que ustedes usan con un significado, ellos la están usando hoy con uno nuevo. Ellos también son una importante fuente de conocimiento en nuestra profesión, mírenlos a los ojos y aprendan leerles las expresiones del rostro, la gestualidad, esas también son formas de comunicación.
En estos tiempos extraordinarios, de cambios vertiginosos y revoluciones, debe prevalecer el ser humano, un ser humano crítico y sensible ante la injusticia, un ser humano, solidario, con fuertes lazos de amistad y con sentido de comunidad, tolerante ante las diferencias y, sobre todo, lleno de amor; el día que dejemos de amar, dejaremos de ser humanidad.

lunes, 25 de junio de 2007

Magnum 44

Papá tenía un Magnum 44.
Yo nunca lo supe.
Era un secreto bien guardado,
sólo mamá sabía de su existencia y dónde lo guardaba.
Me enteré de ello cuando a papá,
ya anciano y consumido por el ahlzeimer,
tuve que atenderlo
y bañarlo.